Viernes 21 de junio de 2014.
Las cosas más importantes que debemos agradecer cuando vamos a ver una
puesta en escena, son sin duda: que tenga forma y contenido. Esto es lo que se
ve por todas partes en la puesta en escena “Pedro
y el capitán” llevada al foro por Duodeno y otras viseras, colectivo teatral comandado por Edgar Bucio.
“Pedro y el capitán”, obra
del poeta dramaturgo y narrador uruguayo Mario Benedetti. El tema ahí está, la
represión, la falta de respeto a los
derechos humanos, no es privilegio o desgracia de pueblo de tercer mundo o
subdesarrollado sino qué se ha dado a lo
largo y ancho de la historia y de la
geografía, donde el hombre siempre ha sido lobo del hombre, la degradación
llega a tal tope que se recurre a ese estigma de la tortura al no saber poner
orden en ideas y conceptos cómo ser
humano.
Para desgracia del ser humano hay muchos “Pedros” y muchos “capitanes”,
una cosa que es cierta o pretende serlo es que cuando el hombre respete al
hombre por el hecho de pensar y actuar de forma diferente otro gallo nos cantará
y podremos llamarnos al fin seres humanos.
En cuanto a la puesta en escena no podía caer en mejores
manos, piernas, sudor y pensamientos. De estos dos grandes y jóvenes actores (aquí
no hay comparación de que tan famosos o mediocres pueden ser) vemos personajes vivos que laten junto al
espectador, los textos se van dando uno tras otro, las ideas y las ideologías están puestas en la mesa con la verdad que
solo el teatro es capaz de proporcionar.
Toño nos muestra un capitán de carne y hueso con un
entendimiento total y una
caracterización que ya quisieran algunos “profesionales”. Con mesura en sus
textos y gran sentido del ritmo, sin llegar al exabrupto gratuito, nos muestra
un personaje con todos sus miedos y aciertos y al final terminamos queriéndolo y
odiándolo.
Samuel, joven actor que solo se le puede criticar precisamente
el hecho de ser joven, pues en algunos momentos corre el texto y se hace
monótono; su expresión corporal es excelente, no vemos una caricatura de
torturado, sino a un ser despojado de toda dignidad y puesto bien firme en todas sus
ideas en su lucha tratando de dignificarnos cómo seres humanos por ese camino
de compromiso teatral. Samuel en verdad tiene grandes sorpresas.
Hablar de Edgar Bucio es hablar del trabajo artístico en
otra faceta a sus talentos (aunque no lo
quiera aceptar por modestia o por
soberbia, pero ahí están y no las puede ocultar) ha despertado al hecho escénico
buscando su propio lenguaje recogiendo y acogiendo experiencias y llevándolas a
un baúl de conocimiento, pero no solo se queda con el papel o reconocimiento en
manos sino que nos muestra con mesura en el trazo, sin alardeos, una dirección
exacta (no por nada es también un excelente músico). Durante una hora y media podemos degustar, disfrutar de ese texto sin caer en el tremendismo, sentir a los personajes en
ese momento de sus vidas en un creíble y gozoso hecho escénico .
Acertada iluminación
con cambios sutiles acompañan a la puesta cómo yendo de la mano en claros
oscuros y mostrando ese ambiente tenso y lúgubre donde se desarrolla la historia. La música es
acertada, matiza el drama y ejemplifica años de lucha y pensamiento de quién ve
en la libertad un camino de encuentro con lo humano.
Mención aparte, la utilización de la proyección del video
realizado por Tonatihu con gran acierto cinematográfico donde la imagen dice más
que peroratas que no conducen a nada, entendió planamente de que trataba y lo
plasmo con gran seguridad sobre todo sensibilidad y talento. Para finalizar el
trabajo de vestuario y maquillaje y apoyos técnicos es magistral , con equipos
así da un gran placer ver teatro,
De aquí para adelante Edgar, Toño Samuel , queriendo al teatro
amando la escena y saber de una vez por todas, que pese a la burocracia los
trabajos con dignidad y profesionalismo se pueden dar en esta incultura que
vive Cuautitlán Izcalli. Felicidades y
más pero muchas más viseras, todo el sentimiento de amor y agradecimiento en
está puesta en escena.
Marco A.
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