sábado, 14 de diciembre de 2013

Querido espectador:




Cuando se siente en la butaca hágalo sin reservas. Véase a sí mismo como un espía y a la boca del escenario como una lente que le permite observar.

Primera llamada, los artistas tras bastidores calentando, preparando los últimos detalles. Segunda llamada, el equipo de producción y los ejecutantes a sus puestos, concentrando toda su energía para lo que usted está a punto de presenciar; es tiempo de dejar las preocupaciones a un lado, qué mejor que usted se prepare también. Tercera llamada...

El escenario se ilumina, los artistas han venido a darle su trabajo, sus horas de ensayo, sus retos. Recíbalo todo y véalo como lo que es: un acto de amor.

Encuéntrese dispuesto, no es el momento de juzgar; baile, ría, llore… déjese quitar prenda a prenda hasta que se halle desnudo, en medio de todos los momentos y destinos conjugados en ese preciso instante.

La función ha terminado. Aplauda, aplauda para ellos; es la manera de agradecer lo que han venido a darle.



Por último guarde lo que guste en  el corazón y en la memoria; recuerde que esos instantes no habrán de repetirse jamás. Cuando se levante de la butaca, no se apure; no es requerimiento salir vestido del teatro.






Melissa González Caamal

jueves, 12 de diciembre de 2013

Zoo Por Carlos Sánchez


En esta ocasión quisiera compartir un escrito que hice hace unos años, espero que sea de su agrado...

Zoo

Mi veneno corre  con mi instinto, me mata; fluye por mis venas y mililitro a mililitro contamina mi sangre, la hace oscura, espesa, pesada. Es aceite lento que no permite la oxigenación, ya es negra, viscosa. Hierve fácilmente ante cualquier impulso tuyo.

Mi naturaleza primitiva olvida las reservas ante tu sonrisa, incitando estampidas; tu aliento tibio libera jaurías de sensaciones confusas. Mi ansiedad desea anidar en la comisura de tus labios y ahí soltar parvadas de besos sedientos de ti. Tu voz desactiva mis neuronas; un susurro, un respiro, el más mínimo sonido que emites enciende mi sonar natural, extiendo mis alas y con desesperación emprendo el vuelo ciego hacia tu búsqueda.

La transparencia de tu pecho provoca huracanes internos. El ir y venir de tu respiración hace que perversas fantasías galopen a una velocidad impresionante. Mi piel se torna húmeda con sólo imaginar tu torso desnudo sobre el mío. Tu aroma agudiza mi olfato animal y abre cada uno de mis poros. Te percibo desde lejos; mis ojos, como si fueran una mira de escopeta, te detectan y no te dejan escapar pero tu mirada serena y segura, amarilla, de felino al acecho, obliga a la mía a doblegarse. La somete. Un cardumen de lágrimas es cazado por completo con la red de tu indiferencia y tu lejanía.

Debo sacar esta ponzoña que me daña, ser el depredador que siempre fui y descuartizar los celos a todo lo que te rodea para entonces tragar sin compasión esta soledad compartida y arrancar de tu garganta dos simples palabras que regresarán la calma a este reino animal.

Lucho contra mi instinto, contra mi naturaleza y contra mis celos. Ferozmente siento perder.

Carlos Sánchez López, 1 de Junio 2009.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La muerte en dos colores.



 

Por Grissel López

                                                                                

 

 

Sobre la mesa gris, fría y desinfectada, acomodo el cuerpecito cansado, ya no hay nada que hacer, mantenerlo con vida sería inhumano, junto a él dos jeringas, líquido rosa y amarillo; una es  anestesia para dormir la vida y la otra para el corazón (para el corazón) un hombre me pide que salga del cuarto. La muerte en dos colores. Pienso que es de los encargos más dolorosos que me han hecho y no he podido negarme. Espero, poco después se abre la puerta, el mismo hombre que me recibió el cuerpecito me lo entrega ya sin aliento, su cara sonríe lastimera, no digo nada, le estiro la mano recibe el dinero y cierra la puerta. Sostengo la bolsa e imagino el vacío sin él, su lugar junto a la mesa donde tomaba el sol y esperaba una caricia espontanea.

Camino de regreso a la casa de donde hace unos minutos salí  ¿Cómo lo devuelvo? Abro la puerta, la dueña de aquel recuerdo lo recibe en sus brazos, llora, sus ojos se cierran y las lagrimas no esperan, lo nombra le dice que lo siente, que lo extrañará, sujeto a su pecho le despide, la culpa la ronda, en las despedidas las culpas siempre viene crueles al velorio. Nunca sé qué decir en estos casos, no hay palabras de consuelo, solo la observo y su dolor me invade quiero abrazarla pero no lo hago, mi vista la sigue y mis oídos quieren cerrarse, era su compañera y ya no volverá. Un agujero en la tierra la recibirá para convertirla en polvo.

Los seres vivos tienen por costumbre morir, dejar de florecer mientras el día aún no termina, La muerte ronda cada día en muchos caminos, ciclos se cierran, gente se va, imágenes que se vuelven recuerdos con una única constante, el dolor.  Hay que despedirse, no sé cómo se hace, pero no hay tiempo para aprender a hacerlo. Somos el diente de un engrane que no se detiene.

 
Flor

 

Se marchitan las flores

el campo que las vio nacer las despide

es el ciclo de la muerte

que toca todo lo que nace.

 

Grissel López.

 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Al danzar...

Por Melissa González Caamal

"Levanta la pierna con el alma, 
todo lo que hagas, hazlo con el alma”,
se escuchó en el salón de danza
mientras el pulso de la música
se compaginaba con los latidos
del corazón.



Si nos remontamos al origen de las zapatillas de punta de las bailarinas de clásico, imaginamos a los ejecutantes románticos queriendo elevarse más allá de los metatarsos, sobrepasando la anatomía natural del ser humano. Pero, ¿por qué se volvió tan importante este hecho como para revolucionar el calzado y hasta la historia de la danza misma?  Descartando la hipótesis inmediata, sobre el odio de Taglioni (el misógino aquel que creó estas zapatillas) a su hija, tengo esta que me gusta mucho más: seguramente las puntas se hicieron para acercarnos un poquito más al cielo.


Se baila para celebrar, para vibrar con la música y espantar a los demonios; se baila por cultura, por instinto, por ritual. La danza es intención, ritmo, fluidez; espíritu que habla, es el alma escurriendo por los dedos, y ha venido a salvarnos, a conducirnos, a modificarnos...


No importa si la celebramos en el escenario, en las calles o en el salón de danza; celebremos que nos hace sentir vivos, porque sin duda, todo lo que implica bailar, no se compara con el mundo que se abre detrás de un movimiento.


A continuación “La consagración de la primavera” de Igor Stravinsky, coreografía de Pina Bausch.









sábado, 30 de noviembre de 2013

Hojas secas

Por Melissa González Caamal

Me he decidido a leerlas una vez más. Están amarillas, casi cenizas. Ya no ansían, ya no celan. Se hallan ahí, destintadas y arrugadas, al final de esa repisa junto a los libros cuyos finales no he leído.
  Cada vez hay menos espacio, he pensado en alargar la repisa. No es un pendiente más; en el fondo ese rincón de la habitación me pesa. Y más temo que al pasar de los años termine con diez de esas, y entonces ya no solo sean libros y hojas inconclusas…
   Me alivia saber que existen peores, que no es un hoyo negro y que no me encontrará en trocitos para hallarme sitio, porque conozco a gente que habita en sus repisas. (Aunque soy culpable de escribirle a esas desesperanzadas hojas, antes de enfrentarlas.)
  Las veo antes de dormir para remediar, para que me esperen, no sé cuánto, tengo mil excusas; es que estar frente a ellas me revuelve el cabello. Se han vuelto imponentes y egoístas. Pero aún las miro, para por lo menos asumir la valentía de sentirme mal marido cuando apago la luz.

He aquí un video fantasmagórico de Svetlana Zakharova. Que lo disfruten...






                                                                      Después de escribir esto, Melissa cometió la injuria de profanarlas y ponerse en marcha. Esperen noticias...

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Veneno para ratas.


 

Por Grissel López.

                                                                             

 

Raticida: producto altamente tóxico, una pequeña dosis que puede ser comida cuando con engaños es adornado cómo alimento , tiene como finalidad la muerte de un animal segregado por la naturaleza, por su capacidad de destruir cualquier entorno haciendo de este un pequeño basurero ambulante.

Rata: hasta su nombre es desagradable, la musicalidad no invita a acariciar dulcemente o alimentar el hambre que sale de las coladeras, que huele a cloaca, ese color gris deambulando rápidamente, siempre con la prisa de quién protege su vida con su vida. En qué momento se reprodujeron alcanzando ese mar de miedo, asco y desperdicio. Una pequeña dosis de su orín o esos pequeños arroces  bastan para mandarte al hospital, o en el peor de los casos con una mala atención, despedirte de esta vida.

A una rata se le puede dar muerte de muchas maneras, hay  trampas que tiene un pegamento que no permite su escape, de esta forma seguro morirá por el miedo en forma de escoba o el asco en un sándwich de pegamento. Intentando deslindar responsabilidades podemos utilizar el instinto cazador de un gato así las culpas recaen en la naturaleza. Las trampas de metal, esas pequeñas cajas que bajo otra circunstancia nadie se atreve a tocar,  las mantienen vivas a la espera de que el verdugo les tenga piedad dando una muerte rápida o en el remoto caso,  la deje ir en otro lugar a donde no pueda hacer “daño”.

En fin la única salida es la muerte. Aún así, dudo, es un animal, el hambre tiene piernas ¿Quién la puso esa posición? ¿Quién la acorralo dándole como único destino el desprecio? ¿Es su vida contra mí?   No hay nada que hacer, irremediablemente y esperando no generar mal karma he puesto trampas le pido por favor no lo tome a mal, si tuviera otra opción…tal vez no la tomaría porque de opciones está lleno mi cesto de ropa sucia, pero ninguna salida.

Hoy les comparto un poema de muerte de Leopoldo de Luis.

 

 

La muerte

 Nadie puede vivir su propia muerte.

No es la muerte un afán ni una experiencia.

Morir no es más que u vaso que se vierte,

un motor que ha perdido su eficiencia.

 

Se llevo en los brazos a la nada

y de mirarla a ella me parezco.

Un poco se refleja en mi mirada,

día tras día algo de mí le ofrezco.

 

Pero vivir la muerte…  ¿No sería

igual que ver la jarra ya vacía

o descubierto el hilo de la trama?

 

¿Cómo voy a vivir mi muerte? ¿Cuándo?

(Cruza el invierno un pájaro cantando
y no se posa porque no hay rama).
 
Leopoldo de Luis.

 



miércoles, 23 de octubre de 2013

Tic, tac


 

Por Grissel López

 

Tic, tac, tic, tac, las manecillas del reloj  nunca se detienen, siempre hacen el mismo recorrido, un ciclo de doce horas que se repite, luz, oscuro, luz, oscuro… un aparato que mide el tiempo parece el invento perfecto para enloquecer ¿Cuento tiempo? ¿Cuánto tiempo? A veces deseo que el reloj camine más aprisa y que las esperas, despedidas, tristezas,  se vayan al carajo con el tiempo. Hay días en  que parece que las manecillas se atoraron con mi cabello y el tiempo tarda una eternidad en avanzar solo a mí alrededor, el amanecer  y la luz parece tan lejanos. Miro el reloj, 3:45, cierro los ojos, debo dormir, me envuelvo en el abrazo de las cobijas, abro los ojos, vuelvo a mirar el reloj, 3:46, ¡Un minuto! El oscuro dicta que preciso dormir. Pienso en que faltan tres horas para levantarme, hoy si me iré a correr, pagaré el agua, buscaré otro empleo…quédate.

Hoy no vuelve, me lo repito casi todos los días.  La llegada del otoño trae recuerdos que no debo olvidar  y la flor amarilla intacta en la mesa espera la eternidad. Pero el espejo del tiempo  que se posa en mi espalda, dicta: “Estás muriendo” cada día la misma carrera y ser inmortal la misma lucha. ¿Debemos esperar la nada? El tiempo resbala por mis piernas mientras las acaricia, veo como besa mis pies posado en el suelo, con un beso de Judas se despide en otro tiempo…uno detenido, el que no miden los relojes, sino el que suena como granos de arena en la memoria. Al final somos los recuerdos acumulados, inventados, adornados, reales,  dolorosos y dichosos.

Hace tres años se fue físicamente el poeta Alí Chumacero aquí un homenaje.

 

De tiempo a espacio.

 

Naciste desde el fondo de la noche,

del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz

y la mirada solo tibio aire,

cuando aún no era ojo sino apenas un viento suave,

un aroma erigido sin mano que lo toque.

 

Eras la flor  ahogada flotando sobre el cuerpo

en nuestro amanecer hacia la luz;

destrozabas la noche con tus ojos

hundida en mi desnudo

tal un vivo rumor de brisa que al oído

volcara la virtud de su marea,

y mi aliento en tu sabia navegaba,

y tu voz en mi pulso se moría

como sombra de ave agonizante

transformando mi cuerpo en sueño tuyo,

en vivo espejo abandonado

o silencio que cruza los espacios.

 

Alí Chumacero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 10 de octubre de 2013

Tercera llamada... Por Carlos Sánchez




Es común estar sentado en la butaca, esperando el inicio de la función, y de pronto escuchar: “Su atención por favor, esta es primera llamada.” Sabemos que en unos cuantos momentos comenzará aquello que fuimos a ver. “Su atención por favor, esta es segunda llamada.” Los actores están listos en sus posiciones, o deberían estarlo, nosotros, el público, nos acomodamos mejor, ponemos en silencioso nuestro celular, o deberíamos. Todo está aparentemente listo. El momento esperado ha llegado cuando escuchamos: “Su atención por favor, esta es tercera llamada, tercera. Comenzamos.”

Esto es común en el teatro, pero no en el cine. Y así llega a la pantalla grande la película mexicana “Tercera llamada”, dirigida por uno de los mejores directores del país: Francisco Franco; y con un guion de María René Prudencio. Es una película con la que todas las personas que hacemos teatro  nos podemos identificar y aquellas que no lo hacen seguramente pasarán un rato muy agradable.

El elenco de esta producción está integrado por actores con una gran trayectoria y maravilloso talento, entre ellos están Karina Gidi, Mariana Treviño, Jorge Poza, Irene Azuela, Moisés Arizmendi, Rebeca Jones, Anabel Ferreira, Alfonso Dosal, Eduardo España, Víctor García, Fernando Luján, Ricardo Blume, Cecilia Suárez, Silvia Pinal; también, en papeles incidentales, están Luis Cuturier, Regina Orozco, Alejandra Bogue, Ana Claudia Talancón, Julieta Venegas, Víctor Trujillo, entre otros.

En alguna entrevista Francisco Franco dijo que su intención era "dejar en el espectador la devoción y admiración a toda la gente que hace teatro en las condiciones más adversas. Hay algo que sucede en las tablas, que a pesar de los problemas, el día señalado se levanta el telón y la obra funciona y es una metafora de la vida". 

La historia trata de todos los avatares que hay que sortear para el estreno de una obra de teatro, Calígula en este caso. De una manera cómica vemos retratados en la película, no sólo el proceso de montaje y ensayos, también parte de la vida de cada uno de los involucrados en el proyecto. Excelentes actuaciones como la de Karina Gidi quién da vida a Isa, la directora del montaje; Mariana Treviño, su asistente y Anabel Ferreira quien interpreta a Geo, la productora. Pasando por la diva, los técnicos, los primeros actores y los patrocinadores.

Sin duda es una película excelentemente lograda que nos hace pasar 92 minutos de risas honestas y contagiosas; y que, sin duda, es un maravilloso ejemplo de la “vida del teatrero”. Desafortunadamente hay pocas copias en las salas, pero si conocen a alguien que esté inmerso en la vida del teatro, y lo quieren entender mejor, vale la pena que no dejen de ver esta divertida propuesta.

jueves, 3 de octubre de 2013

Hasta que la justicia se siente entre nosotros.


Por Grissel López

                                                                               

 

 El caos tiene un orden que grita, manos de artesanos que dan flores, electricistas  sin luz, plomeros desahuciados, maestros con letras en la espalda, atrapa sueños, todo, junto a piernas que avanzan sin mirarlos, ojos que ven la indiferencia en otros ojos, parece que la tristeza los cubre de miseria.

Es ahí donde nace la esperanza, decir no, no puede ser violentado...con mucho pesar de la memoria, se alzan ahora gritos junto a paredes de tres metros que dicen no importa, olvida,  parece que solo los edificios tienen recuerdos.

Una plaza que no puede esconderse es el monumento a la injusticia, el miedo salta, uno se estremece con alguna imagen de ese 2 de octubre, parece grotesca la infamia, ahora se oyen los gritos de justicia para los caídos, hijos de todos, hijos de nadie, ¿Qué sucedió? ¿Por qué un gobierno se pone guantes de carnicero?

Los periódicos decían 29 muertos, hoy la televisión dice trescientos, Marcelino Perello dirigente del movimiento del 68 dice que ahora se utiliza el movimiento como ajonjolí de todos los moles y con cualquier pretexto.

¿De qué protestamos? ¿Hacia dónde vamos?  La claridad mantiene vivos lo movimientos como una cerca que los protege y les dicta tener una meta fija y razonable, la ignorancia es el olvido de cualquier lucha, no saber a dónde vamos es luchar con los ojos cerrados.

Aún no termina el día y ya hay lista de desaparecidos, hoy 2 de Octubre del 2013 hijos de nadie hijos de todos se han perdido, están debajo de las piedras que hay que levantar, porque la gente que sale a las calles a pedir o a decir no, tiene la piel y los hueso igual de quebrantables que los nuestros, a ellos dedico hoy esté artículo y traigo a la memoria esta poema de Rosario Castellanos incluido en  el libro de Elena Poniatowska "La noche de Tlatelolco".
 
Memorial de Tlatelolco.

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad

para cuajar el crimen.

Por eso el dos de octubre aguardo hasta la noche

para que nadie viera la mano que empuñaba

el arma, sino solo su efecto de relámpago.

 

¿Ya esa luz, breve y lívida, quién?¿Quién es el que mata?

¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?

¿Los que huyen sin zapatos?

¿Los que van a caer la pozo de una cárcel?

¿Los que se pudren en el hospital?

¿Los que quedan mudos para siempre de espanto?

 

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie, al día siguiente nadie.

La plaza amaneció barrida; los periódicos

dieron como nota principal

el estado del tiempo.

Y en la televisión, el radio, en el cine,

no hubo ningún cambio de programa,

ningún anuncio intercalado, ni un

minuto de silencio en el banquete

(Pues prosiguió el banquete).

 

No busques lo que no hay: huellas , cadáveres

que todo se ha dado como ofrenda a una diosa

la Devoradora de Excrementos.

 

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.

 

Más he aquí que toco una llaga: es mi memoria.

Duele, luego es verdad. Sangre con sangre

y si al llamo mía traiciono a todos.

 

Recuerdo, recordamos.

Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca

sobre tantas conciencias mancilladas,

sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,

sobre el rostro amparado tras la máscara.

Recuerdo, recordemos

hasta que la justicia se siente entre nosotros.

 

Rosario Castellanos.

 

miércoles, 21 de agosto de 2013

El regalo de tu espalda.


 


Por Grissel López
Me recuesto y siento una oleada de dolor.
Anais Nin.


 

Buen viaje, hasta pronto, apretón de manos o un beso según sea el caso. Las despedidas, ese acto de depositar el alma en manos de alguien más, nos permite ver nuestra propia muerte. Arthur Schopenhauer decía: “Si nuestra existencia no tiene por fin inmediato el dolor puede afirmarse que no tiene ninguna razón de ser en el mundo. Porque es absurdo admitir que el dolor sin termino que nace de la miseria inherente a la vida y que llena el mundo, no sea más que un puro accidente y no su misma finalidad. Cierto es que cada desdicha particular parece una excepción; pero la desdicha general es la regla”.

Ver una espalda convertirse en un punto diminuto que puede tomarse entre los dedos y volverse un recuerdo inanimado, tiene como fin la nada, y la nada es un mundo inaccesible del que nos volvemos espectadores pasivos, cautivos y esperanzados. Basta con decir que en esta vida absolutamente todos conocemos el acto cruel de despedir junto con la incertidumbre de ver regresar a quién llevamos en el pecho como un recuerdo, un vagido,  un dolor creciente que suplica no ser despertado.

Por otra parte volverse de una despedida sin mirar atrás para evitar convertirnos en un pilar de sal, trae consigo un duelo que conlleva a encontrarnos en un laberinto del que salimos solo hasta que el recuerdo se vuelve fantasma. Mientras tanto duele el pecho y la garganta, el dolor sustituye a las palabras que se cortan antes nacer. Uno se arroja contra el suelo esperando que entre cada tumbo se resbalen los pendientes que se piensa, existen. Ya no escucharle más, ya no oler su cuello,  no verle soñar… ya no.

Quiero entonces despedirme, que te vaya bien y espero en otra vida encontrarte, buen viaje, besos en la frente, las manos, desesperación, llanto, un temblor,  tocarse sin tocarse, abrazos sin olor, vaga esperanza… quietud; un mareo juega con las piernas, se va la fuerza de los labios, se queda entrecortado el adiós.

Así las despedidas.

Ahora quiero compartir con ustedes un fragmento de la obra  que tiene como título “Un infierno que se abre”,  que nació  de la fortuna de compartir la pluma con Martin Licona también colaborador de  Deshuesadero de Palabras.

 

 

(Se separan y quedan frente a frente, se acarician el rostro como reconociéndose. Pasa el tiempo y la calma los lleva hasta la monotonía. Ya no hay palabras para quienes ya se dijeron todo. Él se levanta abre su paraguas, saca de arriba de la parada del bus un cepillo. Ella se acomoda dándole la espalda, él regresa y empieza a cepillar. Así pasa el tiempo, así pasa el deseo, así se apaga un incendio. Termina de cepillarle el cabello, se sienta su lado, sonríe con una sonrisa de tristeza añeja, de esas que solo pintan media cara. Se toman de las manos, se desprenden.  Ya no hay más para ellos. Ella se levanta, le besa la frente y se va. Mientras sus pasos se alejan de la parada del bus, ella y él dicen sus últimas palabras).

Hombre: Después de conocer una mujer etérea ¿Puede brindarnos alguna clase de atractivo una mujer terrestre?  ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que se pueda hacer el amor más que volando.

Mujer: Y debo decir que confió planamente en la capacidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y que tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días ni de mi momento. Pero te quise y te quiero aunque estemos destinados a no ser.

 

 

FIN.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Sombras


Por Grissel López.
                                                                                         

 Ocho horas de sueño son suficientes para que durante el día nuestro cuerpo y mente tengan un buen desempeño, los niños crezcan, recuperemos energía…  ¿De verdad? ¿No deberían ser ocho horas de sueños?

Los sueños, sí, esas historias de las que no te acuerdas al despertar, ahí donde puedes volar, tener bigote, ser amigo de quién en esta vida bajo ninguna circunstancia voltearía a verte,  comer flores, gusanos, morir o ver tu muerte, o las dos al mismo tiempo,  tener familia, estar solo, ver a gente volver de entre los muertos, despedirte, perdonar…

Parece un sueño poder  cerrar los ojos y convertirte en un ser que se esconde, que vive de recuerdos y los calla, una sombra que se recuesta para vivir por la noche  la vida que de día es negada.

 

Quisiera hoy ser feliz de buena gana.

Quisiera hoy ser feliz de buena gana,

ser feliz y portarme frondoso de preguntas,

abrir por temperamento de par en par mi

                                          (cuarto, como loco,

y reclamar, en fin,

en mi confianza física acostado,

sólo por ver si quieren,

solo por  ver si quieren probar de mi

                                (espontanea posición,

 

 

reclamar voy diciendo,

por  qué me dan así tanto en el alma.

 

Pues quisiera en sustancia ser dichoso,

obrar sin bastón laica humildad, ni burro

                                                           (negro.

 

Así las sensaciones de este mundo,

los cantos subjuntivos,

el lápiz que perdí en mi cavidad

y mis amados órganos de llanto.

 

Hermano persuasible, camarada,

padre por la grandeza, hijo mortal,

                                                            (de Darwin:

¿a qué hora pues, vendrán con mi  retrato?

¿A los goces? ¿Acaso sobre goce

                                                     (amortajado?

¿Más temprano? ¿Quién sabe, las porfías?

 

A las misericordias, camarada,

hombre mío en rechazo y observación,

                                                        (vecino

en cuyo cuello enorme sube y baja, al

natural, sin hilo, mi esperanza…

 

Cesar Vallejo.