Por Grissel López
El caos tiene un
orden que grita, manos de artesanos que dan flores, electricistas sin luz, plomeros desahuciados, maestros con
letras en la espalda, atrapa sueños, todo, junto a piernas que avanzan sin mirarlos,
ojos que ven la indiferencia en otros ojos, parece que la tristeza los cubre de
miseria.
Es ahí donde nace la esperanza, decir no, no puede ser violentado...con
mucho pesar de la memoria, se alzan ahora gritos junto a paredes de tres metros
que dicen no importa, olvida, parece que
solo los edificios tienen recuerdos.
Una plaza que no puede esconderse es el monumento a la injusticia,
el miedo salta, uno se estremece con alguna imagen de ese 2 de octubre, parece
grotesca la infamia, ahora se oyen los gritos de justicia para los caídos,
hijos de todos, hijos de nadie, ¿Qué sucedió? ¿Por qué un gobierno se pone guantes
de carnicero?
Los periódicos decían 29 muertos, hoy la televisión dice
trescientos, Marcelino Perello dirigente del movimiento del 68 dice que ahora
se utiliza el movimiento como ajonjolí de todos los moles y con cualquier pretexto.
¿De qué protestamos? ¿Hacia dónde vamos? La claridad mantiene vivos lo movimientos
como una cerca que los protege y les dicta tener una meta fija y razonable, la
ignorancia es el olvido de cualquier lucha, no saber a dónde vamos es luchar
con los ojos cerrados.
Aún no termina el día y ya hay lista de desaparecidos, hoy 2
de Octubre del 2013 hijos de nadie hijos de todos se han perdido, están debajo
de las piedras que hay que levantar, porque la gente que sale a las calles a
pedir o a decir no, tiene la piel y los hueso igual de quebrantables que los
nuestros, a ellos dedico hoy esté artículo y traigo a la memoria esta poema de
Rosario Castellanos incluido en el libro
de Elena Poniatowska "La noche de Tlatelolco".
Memorial de Tlatelolco.
La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardo hasta la noche
para que nadie viera la mano que empuñaba
el arma, sino solo su efecto de relámpago.
¿Ya esa luz, breve y lívida, quién?¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer la pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que quedan mudos para siempre de espanto?
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie, al día siguiente nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como nota principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, el radio, en el cine,
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado, ni un
minuto de silencio en el banquete
(Pues prosiguió el banquete).
No busques lo que no hay: huellas , cadáveres
que todo se ha dado como ofrenda a una diosa
la Devoradora de Excrementos.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Más he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si al llamo mía traiciono a todos.
Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.
Rosario Castellanos.