miércoles, 12 de agosto de 2015

Libros




Por Grissel López 



Te imagino frente al papel afilando tu lápiz
cómo un cirujano psicópata afilaría
un instrumento digno de cortar entrañas.
G L.

La vista se desvía, clavada en la portada nos invita a  deletrear el título. El amor a primera vista surge como una necesidad. A continuación el tacto es necesario. Una caricia espontanea que descubra la afinidad o el rechazo. En las manos se siente el cuerpo frágil u orondo que según nuestra última experiencia o bien el estado de ánimo en que nos encontremos, escogemos para el placentero momento que estamos a punto de compartir.
    Recorremos ese cuerpo con la vista y el tacto e imaginamos la historia que nos espera. Deseosos de saber más, respondemos al impulso de llegar a las entrañas y descubrir la intimidad. Dedo a dedo, colocamos  caricias sutiles,  cada vez con más ahínco. A la par el olfato esta alerta, nos acercamos el cuerpo ya explorado por las manos , para conocer cuánto tiempo tiene despierto, aspiramos el olor de ese objeto que  se deja ver. Y como si bebiéramos las palabras, nos llenamos dejándonos caer al  abismo incierto de un relato modelado por una mente delirante y deseosa de ser conocida.
Después la imaginación hace lo propio y descubre mundos imaginarios. El cuerpo sucumbe, dejando que la mente viaje sin poner resistencia. La relación se vuelve dependiente y cada vez hacemos el mismo ritual, tacto, olfato y mente se hunden en ese cuerpo abierto en el que buscamos el placentero goce del instante compartido. A veces llega el desengaño y la historia se corta apenas empezando a contarse.   En otros casos nuestras manos acarician hasta llegar a término y  la satisfacción es el último recuerdo, esto en el mejor de los casos. O bien el final llega y no vale la pena recordarlo aunque haya sido una buena historia.
Nos acordamos con nostalgia los momentos en el cubil de la intimidad. Es una lucha a muerte. Con buenas y malas experiencias sabiendo que podemos conocer el mas delicioso placer si somos pacientes y nos aferramos una y otra vez a  las palabras.
Basta con que seamos constantes y llegaran  historias de papel a nuestras manos. Ahí comienza todo otra vez…  De nuevo la vista es envuelta por otro cuerpo y nos asalta una historia; el tacto, olfato y vista se  hunden, así una sucumbimos al placer de las letras, nos volvemos adictos, como una especie de vouyerismo intelectual. No se detenga…disfrute.















lunes, 23 de junio de 2014


Viernes 21 de junio de 2014.
 

Las cosas más importantes  que debemos agradecer cuando vamos a ver una puesta en escena, son sin duda: que tenga forma y contenido. Esto es lo que se ve por todas partes en la puesta en escena “Pedro y el capitán  llevada al foro por Duodeno y otras viseras colectivo teatral comandado por Edgar Bucio.

“Pedro y el capitán”,   obra del poeta dramaturgo y narrador uruguayo Mario Benedetti. El tema ahí está, la represión, la  falta de respeto a los derechos humanos, no es privilegio o desgracia de pueblo de tercer mundo o subdesarrollado sino qué se ha dado  a lo largo y ancho  de la historia y de la geografía, donde el hombre siempre ha sido lobo del hombre, la degradación llega a tal tope que se recurre a ese estigma de la tortura al no saber poner orden en  ideas y conceptos cómo ser humano.

Para desgracia del ser humano hay muchos “Pedros” y muchos “capitanes”, una cosa que es cierta o pretende serlo es que cuando el hombre respete al hombre por el hecho de pensar y actuar de forma diferente otro gallo nos cantará y podremos llamarnos al fin seres humanos.

En cuanto a la puesta en escena no podía caer en mejores manos, piernas, sudor y pensamientos. De estos dos grandes y jóvenes actores (aquí no hay comparación de que tan famosos o mediocres  pueden ser)  vemos personajes vivos que laten junto al espectador, los textos se van dando uno tras otro, las ideas y las ideologías  están puestas en la mesa con la verdad que solo el teatro es capaz de proporcionar.

Toño nos muestra un capitán de carne y hueso con un entendimiento total y  una caracterización que ya quisieran algunos “profesionales”. Con mesura en sus textos y gran sentido del ritmo, sin llegar al exabrupto gratuito, nos muestra un personaje con todos sus miedos y aciertos y al final terminamos queriéndolo y odiándolo.

Samuel, joven actor que solo se le puede criticar precisamente el hecho de ser joven, pues en algunos momentos corre el texto y se hace monótono; su expresión corporal es excelente, no vemos una caricatura de torturado, sino a un ser despojado de  toda dignidad y puesto bien firme en todas sus ideas en su lucha tratando de dignificarnos cómo seres humanos por ese camino de compromiso teatral. Samuel en verdad tiene grandes sorpresas.

Hablar de Edgar Bucio es hablar del trabajo artístico en otra faceta  a sus talentos (aunque no lo quiera aceptar  por modestia o por soberbia, pero ahí están y no las puede ocultar) ha despertado al hecho escénico buscando su propio lenguaje recogiendo y acogiendo experiencias y llevándolas a un baúl de conocimiento, pero no solo se queda con el papel o reconocimiento en manos sino que nos muestra con mesura en el trazo, sin alardeos, una dirección exacta (no por nada es también un excelente músico). Durante una hora y media  podemos degustar,  disfrutar de ese texto sin caer  en el tremendismo, sentir a los personajes en ese momento de sus vidas en un creíble y gozoso hecho escénico .

 Acertada iluminación con cambios sutiles acompañan a la puesta cómo yendo de la mano en claros oscuros y mostrando ese ambiente tenso y lúgubre donde  se desarrolla la historia. La música es acertada, matiza el drama y ejemplifica años de lucha y pensamiento de quién ve en la libertad un camino de encuentro con lo humano.

Mención aparte, la utilización de la proyección del video realizado por Tonatihu con gran acierto cinematográfico donde la imagen dice más que peroratas que no conducen a nada, entendió planamente de que trataba y lo plasmo con gran seguridad sobre todo sensibilidad y talento. Para finalizar el trabajo de vestuario y maquillaje y apoyos técnicos es magistral , con equipos así da un gran placer ver teatro,

De aquí para adelante Edgar, Toño Samuel , queriendo al teatro amando la escena y saber de una vez por todas, que pese a la burocracia los trabajos con dignidad y profesionalismo se pueden dar en esta incultura que vive  Cuautitlán Izcalli. Felicidades y más pero muchas más viseras, todo el sentimiento de amor y agradecimiento en está puesta en escena.

 

Marco A.

 
Marco Antonio Chávez León es actor y director de teatro. Con cuarenta años de experiencia y muchos más de vida ha montado más de cuarenta obras en diferentes partes del país. Actualmente se desempeña como Coordinador de actividades artísticas en el Centro Regional de Cultura de Cuautitlán Izcalli. Colabora periódicamente en el programa de radio por internet Desde la cultura. Añadiré una frase "marquiavelica",  Que uno se desnude bien porque enseñar las nalgas, cualquiera...enseñar las nalgas es enseñar las carencias.

 

 

 

jueves, 13 de marzo de 2014

Donde habita lo sagrado



“Sé que fue grande el esfuerzo, pero
¿qué se consigue gratuitamente
y qué significaría el arte
si se consiguiera sin esfuerzo?”
Konstantin Stanislavski.



Cuando pensamos en danza, inmediatamente, serán familiares imágenes de belleza, de dolor y trascendencia. Es una lástima que en muchos casos la segunda sea imperante, y a continuación les diré por qué.

    Si bien la danza conlleva sacrificio, hay una buena parte de nosotros que lo disfruta. Como ejemplo está el claro caso de las Gaynor Minden, una marca de zapatillas de punta que entró al mercado en el 93 para cambiarnos a muchos la vida. El asunto es que éstas zapatillas están especialmente diseñadas para adaptarse al pie del bailarín. Tienen mucha tecnología: ¡no suenan, son tan acojinadas y hay para todo tipo de pies!  (esto no significa que sea andar entre nubes, pero fue mi mejor experiencia después de aquellos tabiques). Y cuál es el problema, se preguntarán. Bien, pues hubo un fuerte debate entre los bailarines que elogiaban las cualidades del producto, señalando que éste tenía que evolucionar como todo zapato deportivo; y entre quienes se formaron con las de antes, argumentando, en pocas palabras, que la danza y el dolor iban de la mano, que estas zapatillas eran para deportistas, no para artistas.  
    
Para seguir con el asunto tan particular del calzado del bailarín, me referiré a una antigua amiga que optó por el largo camino de probar y probar modelos con tal de no usar las Gaynor, a pesar de que sufrió tanto, al punto en el que jamás jamás he visto tantas heridas en los pies. Pues he de confesar que siempre sospeché que quizás ella no sólo pensaba un poco como los bailarines de la vieja escuela, sino que le daba bastante orgullo ver sus pies sangrar.

    Y todo esto nos lleva al reconocimiento de lo importante que es el dolor para el bailarín, mas no para la danza. (Si no explíquenme por qué tanto ímpetu en la técnica para que los movimientos, además de lucir perfectos en cuanto a líneas, también parezcan fáciles y se encuentren en armonía.)  Por lo anterior no me atrevería a juzgar la forma en que cada bailarín vive el propio dolor y lo trasciende. Mis mejores momentos en la vida han sido de la mano de él; pero considero que éste no debe intentar opacar a la danza misma. Porque bailar no sólo es tener los pies lastimados y sacrificar (citadamente) tus viernes o fines de semana por función, eso es nimiedad: bailar  es amor por la belleza, por la perfección y es entrega, es un regalo que le damos a la humanidad. Y al ser el dolor y el sacrificio una parte de ella, hemos de conservarlos donde se guarda lo sagrado, es decir, en el corazón.


Melissa González Caamal


martes, 7 de enero de 2014

Espejo


 
 
 
Por Grissel López
 
 
Todo dice algo de ti, tus zapatos, tu pelo, el aroma que despides, la ropa, el color de tu bufanda, lo que lees, la gente que se va, la que se queda, tu cena, tu ojos… te sabes, saboreas lo que llega a tus manos, aunque no se coma. Aún cuando quieras cerrar los ojos, todo sigue taladre ando cómo un recordatorio de quién eres. Ese espejo que no te deja mentir dice que por la noche miras la luna antes de ir a la cama, que tu desayuno reclama no ser comido, que te aguarda una hoja en blanco, para no perder la costumbre de decir lo no que dices.  Callado te escuchas mejor, el viento siempre tiene la respuesta que no quieres, aun cuando la sabes de antemano.
Eres el reflejo de ese espejo que es tu aroma, de la bolsa de pan, de lo que te llevas, de lo que olvidas, de porque se fue sin despedirse. Las pesadillas dicen que tu cabeza no ha arreglado algo  ¿Se puede? Cada rincón es el dibujo prefecto del alma, el desorden de las ideas que tienes pendientes. Vas construyendo la vida que te aguarda más tarde, pero hoy es el resultado de lo que haces todos los días.
Caminando se dicen cosas, de la mano se lleva información, que comes, con quien vives, a quien paseas, si comes fruta, si hay vacas flacas o vacas gordas, si tu empleo es remunerador o si andas en busca de él, si estás solo, triste, enfadado, acabado de levantar, somnoliento, desvelado, pero solo por dentro sabes qué te quita el sueño y que es lo que soñamos.  
Hablar solo, además de dar la imagen de estar perturbado, puede ayudar a llenar los vacíos y construir recuerdos de fantasías que ya no están. Esa canción sin melodía que acompaña perfecto el día y te dice que harás hoy. Así que hay que empezar, primero despierta, siente tu cuerpo, muerde tus labios y repite …haz lo que quieras y no dramatices tanto. Citando a Jaime Sabines […] veras que hermosa es la vida.
Para todos los lectores de Deshuesadero de Palabras, buenas lecturas y buenos recuerdos.
 
   

sábado, 14 de diciembre de 2013

Querido espectador:




Cuando se siente en la butaca hágalo sin reservas. Véase a sí mismo como un espía y a la boca del escenario como una lente que le permite observar.

Primera llamada, los artistas tras bastidores calentando, preparando los últimos detalles. Segunda llamada, el equipo de producción y los ejecutantes a sus puestos, concentrando toda su energía para lo que usted está a punto de presenciar; es tiempo de dejar las preocupaciones a un lado, qué mejor que usted se prepare también. Tercera llamada...

El escenario se ilumina, los artistas han venido a darle su trabajo, sus horas de ensayo, sus retos. Recíbalo todo y véalo como lo que es: un acto de amor.

Encuéntrese dispuesto, no es el momento de juzgar; baile, ría, llore… déjese quitar prenda a prenda hasta que se halle desnudo, en medio de todos los momentos y destinos conjugados en ese preciso instante.

La función ha terminado. Aplauda, aplauda para ellos; es la manera de agradecer lo que han venido a darle.



Por último guarde lo que guste en  el corazón y en la memoria; recuerde que esos instantes no habrán de repetirse jamás. Cuando se levante de la butaca, no se apure; no es requerimiento salir vestido del teatro.






Melissa González Caamal

jueves, 12 de diciembre de 2013

Zoo Por Carlos Sánchez


En esta ocasión quisiera compartir un escrito que hice hace unos años, espero que sea de su agrado...

Zoo

Mi veneno corre  con mi instinto, me mata; fluye por mis venas y mililitro a mililitro contamina mi sangre, la hace oscura, espesa, pesada. Es aceite lento que no permite la oxigenación, ya es negra, viscosa. Hierve fácilmente ante cualquier impulso tuyo.

Mi naturaleza primitiva olvida las reservas ante tu sonrisa, incitando estampidas; tu aliento tibio libera jaurías de sensaciones confusas. Mi ansiedad desea anidar en la comisura de tus labios y ahí soltar parvadas de besos sedientos de ti. Tu voz desactiva mis neuronas; un susurro, un respiro, el más mínimo sonido que emites enciende mi sonar natural, extiendo mis alas y con desesperación emprendo el vuelo ciego hacia tu búsqueda.

La transparencia de tu pecho provoca huracanes internos. El ir y venir de tu respiración hace que perversas fantasías galopen a una velocidad impresionante. Mi piel se torna húmeda con sólo imaginar tu torso desnudo sobre el mío. Tu aroma agudiza mi olfato animal y abre cada uno de mis poros. Te percibo desde lejos; mis ojos, como si fueran una mira de escopeta, te detectan y no te dejan escapar pero tu mirada serena y segura, amarilla, de felino al acecho, obliga a la mía a doblegarse. La somete. Un cardumen de lágrimas es cazado por completo con la red de tu indiferencia y tu lejanía.

Debo sacar esta ponzoña que me daña, ser el depredador que siempre fui y descuartizar los celos a todo lo que te rodea para entonces tragar sin compasión esta soledad compartida y arrancar de tu garganta dos simples palabras que regresarán la calma a este reino animal.

Lucho contra mi instinto, contra mi naturaleza y contra mis celos. Ferozmente siento perder.

Carlos Sánchez López, 1 de Junio 2009.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La muerte en dos colores.



 

Por Grissel López

                                                                                

 

 

Sobre la mesa gris, fría y desinfectada, acomodo el cuerpecito cansado, ya no hay nada que hacer, mantenerlo con vida sería inhumano, junto a él dos jeringas, líquido rosa y amarillo; una es  anestesia para dormir la vida y la otra para el corazón (para el corazón) un hombre me pide que salga del cuarto. La muerte en dos colores. Pienso que es de los encargos más dolorosos que me han hecho y no he podido negarme. Espero, poco después se abre la puerta, el mismo hombre que me recibió el cuerpecito me lo entrega ya sin aliento, su cara sonríe lastimera, no digo nada, le estiro la mano recibe el dinero y cierra la puerta. Sostengo la bolsa e imagino el vacío sin él, su lugar junto a la mesa donde tomaba el sol y esperaba una caricia espontanea.

Camino de regreso a la casa de donde hace unos minutos salí  ¿Cómo lo devuelvo? Abro la puerta, la dueña de aquel recuerdo lo recibe en sus brazos, llora, sus ojos se cierran y las lagrimas no esperan, lo nombra le dice que lo siente, que lo extrañará, sujeto a su pecho le despide, la culpa la ronda, en las despedidas las culpas siempre viene crueles al velorio. Nunca sé qué decir en estos casos, no hay palabras de consuelo, solo la observo y su dolor me invade quiero abrazarla pero no lo hago, mi vista la sigue y mis oídos quieren cerrarse, era su compañera y ya no volverá. Un agujero en la tierra la recibirá para convertirla en polvo.

Los seres vivos tienen por costumbre morir, dejar de florecer mientras el día aún no termina, La muerte ronda cada día en muchos caminos, ciclos se cierran, gente se va, imágenes que se vuelven recuerdos con una única constante, el dolor.  Hay que despedirse, no sé cómo se hace, pero no hay tiempo para aprender a hacerlo. Somos el diente de un engrane que no se detiene.

 
Flor

 

Se marchitan las flores

el campo que las vio nacer las despide

es el ciclo de la muerte

que toca todo lo que nace.

 

Grissel López.