jueves, 12 de diciembre de 2013

Zoo Por Carlos Sánchez


En esta ocasión quisiera compartir un escrito que hice hace unos años, espero que sea de su agrado...

Zoo

Mi veneno corre  con mi instinto, me mata; fluye por mis venas y mililitro a mililitro contamina mi sangre, la hace oscura, espesa, pesada. Es aceite lento que no permite la oxigenación, ya es negra, viscosa. Hierve fácilmente ante cualquier impulso tuyo.

Mi naturaleza primitiva olvida las reservas ante tu sonrisa, incitando estampidas; tu aliento tibio libera jaurías de sensaciones confusas. Mi ansiedad desea anidar en la comisura de tus labios y ahí soltar parvadas de besos sedientos de ti. Tu voz desactiva mis neuronas; un susurro, un respiro, el más mínimo sonido que emites enciende mi sonar natural, extiendo mis alas y con desesperación emprendo el vuelo ciego hacia tu búsqueda.

La transparencia de tu pecho provoca huracanes internos. El ir y venir de tu respiración hace que perversas fantasías galopen a una velocidad impresionante. Mi piel se torna húmeda con sólo imaginar tu torso desnudo sobre el mío. Tu aroma agudiza mi olfato animal y abre cada uno de mis poros. Te percibo desde lejos; mis ojos, como si fueran una mira de escopeta, te detectan y no te dejan escapar pero tu mirada serena y segura, amarilla, de felino al acecho, obliga a la mía a doblegarse. La somete. Un cardumen de lágrimas es cazado por completo con la red de tu indiferencia y tu lejanía.

Debo sacar esta ponzoña que me daña, ser el depredador que siempre fui y descuartizar los celos a todo lo que te rodea para entonces tragar sin compasión esta soledad compartida y arrancar de tu garganta dos simples palabras que regresarán la calma a este reino animal.

Lucho contra mi instinto, contra mi naturaleza y contra mis celos. Ferozmente siento perder.

Carlos Sánchez López, 1 de Junio 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario