Por Grissel López.
Nuestra garganta es un túnel de fatalidad sin retorno, cada que abrimos la
boca para emitir sonidos, estos son interpretados como una caída al abismo, en el nos acompañan platos rotos, serpientes,
escaleras, pies, teléfonos, gatos,
cuadernos, lamentos, todos cayendo al mismo
tiempo al sendero de nuestro propio agujero.
Las cosas que decimos
nos asfixian y es que somos responsables de lo que no callamos. Nos volvemos esclavos
de nuestras palabras, que como fieles guardianes nos convierten en santos o mártires
de nuestros propios pensamientos.
Detente, cierra los
ojos, que de tu boca salgan cosas dulces
por si te las tienes que tragar.
Palabras.
Dales la vuelta
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.
Octavio Paz.
Me parece que es peor convertirse en esclavo de tu silencio…
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