lunes, 11 de febrero de 2013

¿Bonifaz o Bonifacio?





Por Grissel López.


-¿Quién, el árbitro? ¿A poco se murió? ¿Cuándo? ¿Salió en el periódico? ¿Cómo dices que se llama?
- Bonifaz Nuño, el poeta.
No cabe duda,  no somos un país de lectores, si preguntáramos  al azar el nombre de un escritor , no el título de su obra,  solo el nombre, estoy segura que la mayoría  contestaría, Jaime  Sabines, Octavio Paz, Monsiváis, Poniatowska , o recientemente los integrantes  de deshuesadero de palabras.
Más allá de un hecho  común  o risible,  es una gran responsabilidad, ya lo decía el Che Guevara, el conocimiento nos hace responsables.  Esto me hace pensar en que me encuentro con todo un mundo de palabras que les puedo y quiero compartir para contribuir a la buena fortuna literaria, con palabras que bailan y tejen recuerdos  iracundos, resistentes, amorosos, mal comidos,  putrefactos, divertidos, mal amados, inciertos, pegajosos, mal olientes, serviciales, cobardes, hipócritas, mentidos, hermosos; la lista sería tan larga como tan diversas son nuestras sensaciones.  Será en este espacio donde resurgirán  palabras dormidas de poetas que merecen  difusión.
Para inagurar la sección de poesía en Deshuesadero de Palabras prenderé la primera vela a Rubén Bonifaz Nuño, poeta Veracruzano, quien murió el pasado 31 de Enero. En sus últimos años la ceguera y la falta de movilidad en las piernas le provocaban sentimientos de inutilidad física. En una de sus últimas entrevistas, realizada por Carlos Rojas Urrutia para El Universal, se le cuestionó sobre su estado de salud, a lo que el poeta respondió:                    Terriblemente viejo, terriblemente inútil .Estoy privado de la vista y del movimiento de las piernas. Soy un bulto que habla.
Aún así, nunca paró de trabajar, a su muerte dejó inconclusa una traducción que realizaba. Pero es el legado literario lo que nos hace recordarlo. Además, pensando en sus lectores mandó que parte de su obra fuera vendida con la condición de que se quedará en México. Escribir era un acto fundamental para él y dijo: Nunca me quité la ropa para escribir. Escribí siempre formalmente por respeto a la máquina y por respeto a lo que estaba tecleando.
Bonifaz Nuño  utilizó elementos cotidianos y de la cultura popular para convertirlos en poesía. Su obra lirica  aborda  el sentido del ser humano dentro de la sociedad que ha construido, así como  la soledad,  el paso del tiempo, el cuerpo, la muerte , la crueldad, el amor que es abordado en casi toda su obra, entre otros temas. Su honda poesía refleja su apego al amor y la vida.   Algunos de sus libros son El corazón de la espiral, La muerte del angel,  Albur de amor, El ala del tigre, Calacas, La flama en el espejo, El manto y la corona, entre otros. Tenía la capacidad, debo decir que pocos la tienen, de crear poemas individuales, sin embargo, ligados entre sí con naturalidad. Basta decir que será un disfrute recordarlo.

El siguiente poema es considerado el más representativo de Bonifaz Nuño.


 22

Algo se me ha quebrado esta mañana 
de andar, de cara en cara, preguntando 
por el que vive dentro. 

Y habla y se queja y se me tuerce 
hasta la lengua del zapato, 
por tener que aguantar como los hombres 
tanta pobreza, tanto oscuro 
camino a la vejez; tantos remiendos,
nunca invisibles, en la piel del alma.

Yo no entiendo; yo quiero solamente,
y trabajo en mi oficio.
Yo pienso: hay que vivir; dificultosa
y todo, nuestra vida es nuestra.
Pero cuánta furia melancólica
hay en algunos días. Qué cansancio.

Cómo, entonces,
pensar en platos venturosos,
en cucharas calmadas, en ratones
de lujosísimos departamentos,
si entonces recordamos que los platos
aúllan de nostalgia, boquiabiertos,
y despiertan secas las cucharas,
y desfallecen de hambre los ratones
en humildes cocinas.
Y conste que no hablo
en símbolos; hablo llanamente
de meras cosas del espíritu.

Qué insufribles, a veces, las virtudes
de la buena memoria; yo me acuerdo
hasta dormido, y aunque jure y grite
que no quiero acordarme.

De andar buscando llego.
Nadie, que sepa yo, quedó esperándome.
Hoy no conozco a nadie, y sólo escribo
y pienso en esta vida que no es bella
ni mucho menos, como dicen
los que viven dichosos. Yo no entiendo.

Escribo amargo y fácil,
y en el día resollante y monótono
de no tener cabeza sobre el traje,
ni traje que no apriete,
ni mujer en que caerse muerto.



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