Anita no lava la tina.
No
cede; pervierte.
Sucumbe,
se paraliza,
se
enmaraña los cabellos,
los
huele; no advierte.
Anita
balbucea,
se
encadena.
Le
temen,
le
mienten.
Ella
lo sabe,
nada
le añade:
adquiere
curvas,
su
cuerpo brota.
Resurgen
latidos,
se
callan los gritos.
Poco
a poquito se entromete:
es
aire, es vida.
No
teme, le ansía.
Se
luce, se sabe,
se
empaña, se estremece.
Anula
las citas:
tiene
voz,
tiene
boca.
Anita
muerde,
Anita
tiene dientes.
Silba,
masca y escupe.
Anita
nada:
“Ana”
Adán
atina.
Melissa
González Caamal
Excelente Poema. Felicidades Melissa.
ResponderEliminarEstá buenísimo, Melissa. Sencillo, pero intenso. ¡Felicidades! Un abrazo. Ibet
ResponderEliminarSencillo? Profundísimo! Es arte!! Son sentimientos puros!!
ResponderEliminarMagnífico! Bello también, Bravo, bravo. te admiro Mel ;)